Dieta y ejercicio físico, pilares fundamentales para un envejecimiento saludable.

La Dra. Carmen Feliz, Medico Geriatra, Directora de la Residencia de Psicogeriatría del Complejo Asistencial Benito Menni (CABM), de Hermanas Hospitalarias, explica por qué la dieta, y el ejercicio físico, constituyen parte de los pilares fundamentales para la consecución de un envejecimiento saludable y la mejora de la calidad de vida de las personas mayores.

En los Centros Residenciales deberán formar parte de los objetivos planteados para el desarrollo y conservación de las autonomías de los residentes, así como la consecución de un envejecimiento óptimo y mejora de la calidad de vida.

Los hábitos saludables ayudan a reducir el riesgo de enfermedades crónicas fundamentalmente cardiovasculares y oncológicas, mejoran los factores de riesgo cardiovascular y los trastornos neuropsicológicos.

Dieta

En las personas mayores, la dieta debe establecerse dependiendo de las características individuales, al poder estar alterada la absorción de nutrientes por múltiples factores, como son la propia edad, las enfermedades concomitantes y las prescripciones farmacológicas.

Se deberá tener en cuenta las variaciones en los receptores del gusto que aparecen con la edad, así como problemas asociados a la masticación, por ausencia o mal estado de piezas dentarias, y a la deglución como ocurre con la disfagia orofaringea más prevalente con la edad y asociada a enfermedades neurodegenerativas; por lo que no se valoraran exclusivamente los componentes de la dieta, sino también las texturas y las formas de administración.

Ejercicio físico

En relación al ejercicio, existe suficiente evidencia científica que corrobora que disminuye la morbimortalidad e incrementa la longevidad asociada a calidad de vida.

El ejercicio ha demostrado importantes beneficios tanto en la mejora de los factores de riesgo cardiovascular como en la prevención de síndromes geriátricos como son las caídas, la sarcopenia y el inmovilismo. Además, se ha relacionado con la disminución en la incidencia de procesos oncológicos como el cáncer de mama y colon. Su importancia también se relaciona con la salud neuropsicológica influyendo en el sueño, la cognición y los trastornos del ánimo.

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