En el año 2007, el Complejo Asistencial Benito Menni (CABM) creó la Unidad de Discapacidad Intelectual Límite (UDIL), cuyo propósito era generar un ámbito residencial y de centro de día especializado en un perfil más concreto. El propio pliego de condiciones del servicio reconoce el carácter socio-rehabilitador destinado a proporcionar alojamiento, manutención y atención especializada (médica de tipo psiquiátrico, psicológica, de terapia ocupacional, trabajo de habilidades adaptativas, intervenciones familiares y sociales) para personas con discapacidad intelectual ligera, y límite, y graves trastornos de conducta.
Uno de los principios básicos de este servicio es que no se trata de plazas definitivas. En concreto, cada dos años se realiza una revisión de la situación del residente cuyo objetivo es valorar si continúa precisando del tratamiento rehabilitador descrito. Esta temporalidad es toda una declaración de intenciones: el objetivo del recurso ha de ser la mejora de la situación conductual del residente y de adaptación al medio comunitario que le permita desarrollarse en los ámbitos personal, social y laboral.
Con esto siempre presente, desde el CABM y, en concreto, en la Residencia de Discapacidad Intelectual, ubicada en Arroyomolinos (RDIA) desde 2014, hemos trabajado teniendo siempre como mira y objetivo final la rehabilitación del usuario. En el periodo transcurrido entre 2008 y 2023, 51 personas han sido dadas de alta del servicio UDIL. En más de la mitad de los casos, 27 personas en concreto, el motivo del alta ha sido la mejoría clínica y conductual que permitía a la persona acceder a un recurso sin graves trastornos de conducta: residencias con centros ocupacionales, viviendas tuteladas o incluso, en algún caso, el destino ha sido la vivienda familiar.
Alcanzar la externalización de las personas que se benefician de este servicio no es una tarea fácil. No solo hay que realizar un trabajo continuo con el residente para disminuir las conductas disruptivas que le han traído a nuestro centro, sino también hay que luchar contra el estigma que en muchas ocasiones genera ser usuario de un centro con graves trastornos de conducta. Para que el servicio UDIL funcione, tal y como está diseñado, la colaboración de otras entidades del sector es un factor determinante para que la persona pueda continuar con su plan de desarrollo personal.
Un proceso de externalización se inicia porque los profesionales, que trabajamos en el día a día con la persona, consideramos que podría beneficiarse de otros recursos que le permitan alcanzar sus objetivos vitales. En tales casos, el usuario ha adquirido ciertas habilidades o estrategias de afrontamiento que le ayudan a manejar mejor las situaciones que antes desembocaban en graves alteraciones conductuales. Es en estas situaciones donde otros centros diferentes al nuestro han de recoger el guante y continuar con el proceso de mejora de la persona en un ambiente que se adapte mejor a su nueva situación vital. Sin la colaboración de otras entidades, existe el riesgo de que el trabajo que aquí realizamos no se vea reflejado en la vida de la persona, esto es, en su inclusión en entornos cada vez más normalizados y cercanos al resto de la comunidad.
Para poder iniciar un proceso de alta, la intervención multidisciplinar y desde los diferentes contextos vitales del residente se convierte en imprescindible. La actuación de los profesionales de atención directa, educadores y auxiliares, se centra en el desarrollo de la autonomía de los usuarios y el apoyo en aquellas áreas donde el residente más lo necesite. Es en este espacio donde se manejan y reconducen las alteraciones de conducta que presente el residente con la guía y apoyo continuado de profesionales tales como el médico psiquiatra, personal de enfermería o psicología. Sobre este último departamento recae el peso de la intervención con el residente, siendo la persona clave en el establecimiento de pautas y objetivos, unos objetivos que siempre han de ir destinados a la rehabilitación. En este proceso, la comunicación y seguimiento con familiares o allegados suponen un pilar fundamental para que la intervención resulte exitosa.
Desde la RDIA, la cual celebra ahora 10 años desde su apertura y traslado desde Ciempozuelos, seguiremos trabajando por y para las personas que en ella viven, desplegando estrategias y planes de actuación destinados a la mejora y rehabilitación de nuestros usuarios.
Daniel Redero Anaya, Psicólogo en Unidad de Discapacidad Intelectual Límite (UDIL) de la RDIA