La figura del TCAE en la atención, en una residencia de adultos con trastornos del espectro autista

Hay elecciones que sólo se tomarían una vez en la vida, y otras que se volverían a tomar, sin pararnos a pensar, una y otra vez.

Hace años, cuando elegimos esta profesión, jamás podríamos imaginarnos que los pasos nos llevarían a una reflexión final tan profunda, en la cual cuando miras a los ojos de la persona que cuidas, sientes que eres tú el que estás agradecido, y ese aprendizaje es el que hace que la vida tenga sentido. Muchas veces no hay que ir a buscar el sentido de la vida a lugares utópicos, ese sentido está ahí esperándonos.

Hay asignaturas que no se imparten, aulas que no tienen sillas ni mesas y profesores que no tienen portafolios. Hay pruebas diarias que no son escritas y no tienen puntuación, hay familias que no son de sangre y que se quieren, y respetan, bajo un código difícil de explicar, si no se siente. Ese es nuestro ambiente de trabajo.

Bienvenidos a nuestro mundo, a nuestra forma de vida, a nuestra forma de sentir, a nuestra forma de trabajar y sentirnos realizados.

Somos técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TECAE), esa es nuestra profesión, eso es lo que pone en nuestro currículum, pero somos mucho más que todo eso.

TECAE en una Unidad de personas con trastorno del espectro autista.

Cuando comienzas a trabajar en una Institución como la nuestra, los valores hospitalarios hacen que tus funciones diarias cambien por completo, esos valores tienen que integrarse en el cuidado diario, haciendo que la sensibilidad, la humanidad en la atención y la calidad profesional sean nuestro sello de identidad, lo que hace que abordemos los retos diarios desde la vocación, el respeto y la superación.

¿Cómo me hago entender?, ¿cómo podré entenderlos?, son preguntas que mi mente proyectaba, cuando los pasos me llevaban por el pasillo de la Unidad, y mis manos hacían todo aquello que ellos no podían realizar de forma plena.

Gracias a los sistemas alternativos de comunicación hemos podido responder a estas preguntas. En la Residencia de Discapacidad Intelectual de Arroyomolinos (RDIA) hemos aprendido a manejar un cuaderno y un llavero de comunicación, pictogramas, secuencias, lengua de signos básica, etc.; como formas de acceso a su mundo, que es el nuestro, para reducir la distancia entre nosotros; lo que, sin duda, mejora su bienestar y calidad de vida.

Trabajo constante, resultados que tardan en llegar, problemática conductual… ¿será este mi lugar?, ¿podré seguir desempeñando mi trabajo?… y de repente, un día así sin más, alguien se para delante de ti y, por arte de magia, te vuelves visible ¿visible?, no sabía que era invisible…, y entonces todo cobra sentido, ahí está tu recompensa diaria, esa medalla que se lleva por dentro. Son ellos los que te escogen a ti, no eres tú el que escoges trabajar con ellos.

Una vez que establecemos esa conexión humana y solo desde ese enganche afectivo, sin el cual es imposible aplicar cualquier técnica, es cuando empezamos a realizar un trabajo más terapéutico, con una metodología implantada, asumida e interiorizada por todo el Equipo de Atención, y empíricamente validada en cuanto a resultados exitosos se refiere (descenso del uso de medidas restrictivas –aislamientos, sujeciones, refuerzos psicofarmacológicos-, enfoque ético y orientado a derechos, técnicas de baja activación, etc.). Todo ello en coherencia con los valores institucionales, así como con herramientas de trabajo como: apoyo conductual positivo, estructuración ambiental, regulación sensorial, cuentas en diez, mantas de peso, chalecos de estimulación propioceptiva, cojines sensoriales, cascos musicales, etc.

Esta certeza es la que nos lleva a pensar que estás en el lugar correcto.

Oyes de fondo comentarios, ruido, personas que dudan de si podrían o no trabajar en un lugar como el nuestro, cómo explicar la palabra empatía, cómo explicar con palabras la gratitud de escuchar tu nombre en sus labios, cómo explicar lo que se siente cuando te miran a los ojos y no hace falta palabras, cómo decirles a las personas la cantidad de nuevas formas de comunicarnos que nos quedan por descubrir, de la importancia, en nuestras vidas, de dar amor a quien más lo necesita.

¿Diferentes?, son personas como tú y yo… ese sentido de diferencia es el causante de tantas barreras invisibles… las cuales nos encargamos de derribar día tras día.

Nosotros podemos afirmar que, en nuestra Institución, somos algo más que aquellos que cubrimos las necesidades básicas de las personas con las que trabajamos.

Tenemos una responsabilidad ante el sufrimiento humano, y he aquí nuestro reto. Es tanto el amor, y tan puro, que traspasa la barrera que, a veces, hay entre profesional y persona atendida.

Nuestro trabajo es distinto cada día, porque las personas cambian, pero lo que no cambia son nuestros objetivos. Nuestro objetivo principal es dar calidad de vida, no sólo esos cuidados básicos para lo que nos enseñaron.

Ante las dificultades sólo vemos nuevos retos, al finalizar el día queremos que llegue el siguiente, porque sabemos que habrá personas que nos estén esperando, para hacer de su día algo diferente, para avanzar juntos.

Dista tanto lo que aprendimos en papel, de aquello que aprendemos de forma diaria, es tan grande el amor que nuestras manos pueden ofrecer, que jamás pudimos pensar que una profesión nos llevaría a dar el sentido a nuestra vida, y conseguir que nos realizásemos tanto a nivel profesional como personal, ya que día tras día no dejamos de aprender.

No sólo trabajamos, si no, que ponemos amor en aquello que realizamos, y eso sólo lo pueden sentir alguno de los elegidos. Es un amor recíproco, lleno de respeto y confianza mutua. Es un proceso, en el que poco a poco encuentras aquella llave que te lleva a su mundo, a entenderlo, un mundo que también es el nuestro.

Nos sentimos afortunados, de nuestra profesión, de nuestro día a día… y, sobre todo, nos sentimos orgullosos. Orgullos de sus logros, que también son los nuestros.

Somos auxiliares, pero no unos auxiliares cualesquiera, trabajamos desde el corazón, y sí, el trabajo ha dado sentido a nuestras vidas.

Formamos parte de un equipo multidisciplinar, equipo que crece, que aprende, equipo del cual nos sentimos parte, es como pertenecer a una gran familia. Sin ellos, este camino hubiera sido un camino con más piedras que sortear. En definitiva, podríamos definir nuestro trabajo con una sola palabra “meraki” que, de forma breve, significa poner alma, corazón, creatividad y amor en aquello que haces.

Gracias equipo, gracias a nuestros chicos y gracias a todos aquellos que se han detenido a leer nuestras líneas.

Óscar Lumbreras Quirós y Nieves Plaza López, Técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TECAE), en la Unidad de Autismo, de la RDIA

Ayúdanos y comparte esta página